Nos estamos acercando a la época de la hierba. Dentro de unos días las segadoras empezaran a sonar por todos los pueblos de la comarca y con ello se sucederán las distintas faenas que tienen como finalidad guardar el heno que alimentará las vacas durante los crudos días de invierno. Pero, para que esa hierba crezca, antes se han tenido que sacar las vacas de los prados que se pretenden segar.
Hace unas cuantas décadas, cuando en nuestros pueblos todas las casas tenían vacas y por lo tanto había muchas cabezas de ganado, casi la única opción que tenían los ganaderos era llevar las que estaban secas para la braña y las que todavía daban leche para los montes próximos, pues estas volvían a dormir todas las noches a la cuadra para ordeñarlas o para que se amamantasen los terneros.
Las vacas que quedaban en los montes cercanos a Moal: La Pumariega, Bustiel.lo o El Paramio, eran guardadas por los más jóvenes de las casas, siempre y cuando ya fuesen guajes, para que no retornaran antes de tiempo y además dejasen descargar el carro de hierba antes de proceder a su ordeño. Pasar horas y horas en el monte era aburrido, por lo que los jóvenes cuidadores se juntaban para charlar y jugar, teniendo un ojo siempre pendiente de los movimientos del ganado, no fuese a ser que se presentaran en casa sin percatarse, ya que ello suponía aguantar una regañina por descuidar la labor.
Uno de los juegos que esos guajes-vaqueros practicaban fue el palicho y para competir era necesario por lo menos dos jugadores. Probablemente las personas que hoy en día tienen en torno a los 40 años no recuerden nada de este juego y los que todavía son más jóvenes su nombre les sonará a chino.
El palicho es un juego que se compone de un palo de aproximadamente un metro de largo y otro, el palicho, de unos 20 centímetros afilado por las dos puntas.
Para jugar se hace en el suelo un círculo de un metro de diámetro aproximadamente y en el centro se coloca un poco levantado de un lado el palicho, al que hay que golpear con el palo para que se eleve. Una vez en el aire se vuelve a golpear para lanzarlo lo más lejos posible
El otro jugador puede estar en el punto donde cree que puede llegar a caer el palicho para cogerlo en el aire, con lo cual gana la partida; o esperar a que lance, ante el temor de llevar un buen estacazo, para a continuación ir al punto donde cayó y desde allí lanzarlo con la mano e intentar meterlo dentro de la circunferencia, cosa que si consigue también gana el juego pasando a ser el tirador. Si no entra en el redondel, el jugador que está tirando tiene que pegarle tres veces seguidas, del mismo modo que cuando hizo el primer lanzamiento, distanciándolo cuanto puede. Realizadas las tres tirada, cuenta los pasos que hay hasta el círculo, volviendo a tirar de nuevo.
Como en todos los juegos hay un ganador y en este caso era aquel que llegaba primero a los 50 pasos.
6 comentarios:
genial descripción, josé, el enlace va al foro de l'arna ahora mismo. enhorabuena una vez más.
Curioso, nunca lo había oído, habrá que practicarlo.
Cuantas veces he jugado a este juago de niño. Gracias por recordarmelo
En Galicia se jugaba a algo parecido. Se llama billarda. Varias asociaciones están recuperando el juego con algunas modificaciones .
Un saludo.
El palicho, al igual que otros juegos como los bolos, cambia de unos sitios a otros de nuestra geografia, aunque en esencia sea lo mismo; de ahí que en Galicia tengan como nos dice el amigo anónimo la billarda.
Tal vez en otro encuentro bloguero tengamos que practicarlo para que personas que no lo conocen,como El Bao, lo puedan ensayar. Encuentro en el que no deberían faltar monsieur bleu y valdeprusia.
Saludos.
En el Villar tambien se llamaba bigarda o billarda, yo alguna vez jugué pero no recordaba las normas.
Un saludo.
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