Itinerario: Moal-La Fervienza-Oballo-Larna-Aguasblancas-Ventanueva-Moal
Dificultad: Fácil. Se puede realizar también con bicicleta de montaña
Distancia: 12 kilómetros 500 metros Dificultad: Fácil. Se puede realizar también con bicicleta de montaña
Duración: 4 horas
Desniveles: Moal 620 metros- Oballo 800 m.- Larna 720 m.- La Venta 550 metros
Hace tiempo que tenía pensado escribir sobre una nueva ruta que he bautizado como de "las cascadas” y que permite contemplar el salto de la Fervienza en las proximidades de Moal y el de Aguasblancas por debajo de Ventanueva. La ruta se realiza en la mayoría del trayecto por caminos reales, es decir caminos que antaño comunicaban los distintos pueblos de una zona y que hoy en día están en muchos casos abandonados.
La cascada de la Fervienza sólo tiene agua durante el invierno y la primavera, aunque algunos años, cuando el otoño es lluvioso, se puede apreciar el salto a partir de noviembre. Aguasblancas es la mayor cascada de todo el suroccidente y si bien ha visto restringido parte de su caudal para el consumo, sólo carece de agua en los meses del estío.
La cascada de la Fervienza sólo tiene agua durante el invierno y la primavera, aunque algunos años, cuando el otoño es lluvioso, se puede apreciar el salto a partir de noviembre. Aguasblancas es la mayor cascada de todo el suroccidente y si bien ha visto restringido parte de su caudal para el consumo, sólo carece de agua en los meses del estío.
La ruta se inicia en Moal y para coger el camino apropiado tenemos que tomar la carretera en dirección a Ibias. Sobrepasado el pueblo, sale un camino a mano derecha que debemos tomar y que conduce al cortinal de Las Corradas. Siguiendo una empinada cuesta entre prados, cercados con muros de piedra, llegamos hasta una pronunciada curva a la izquierda, próxima al depósito del agua de Moal. En la curva debemos seguir rectos durante unos metros para contemplar la cascada de la Fervienza a la que, siguiendo el corte de la montaña, podemos acercarnos bastante por un buen camino, si bien un cable electrificado para evitar las incursiones del jabalí, nos dificultará el paso. Tenemos que desandar lo andado para proseguir ascendiendo por el antiguo camino real, que hasta la década de 1970 era la salida más importante que los vecinos de Oballo tenían para comunicarse con el exterior.
Sobrepasamos el depósito y entre praderías podemos apreciar a nuestra izquierda un promontorio denominado “Los Castrinos”, que como su nombre indica probablemente fuese un castro celta, del que hablaré próximamente en una nueva entrada. El camino, sin temor a perdernos, sigue ascendiendo entre prados hasta que entramos en Penocueto, que podríamos traducirlo al castellano como zona alta, solitaria y pedregosa, por la que nos puede resultar dificultoso transitar debido a su falta de uso, motivo por el cual puede estar invadida de espinos, zarzas y ortigas. Penocueto era punto de descanso para la juventud de Moal, en aquellos lejanos años en que subía andando a Oballo para disfrutar de la fiesta.
Cuando llevamos dos kilómetros recorridos llegamos a las primeras casas de Oballo, pueblo que conserva típicos horreos y alguna casa con la arquitectura de principios del siglo XX. Pasamos por delante de varias casas que escoltan a la iglesia y al llegar a un chalet con huerta, jardín y cercado de hierro, tomamos un camino a mano derecha que nos lleva al cementerio, lugar por donde pasamos al poco tiempo. Estamos a unos 800 metros de altitud y empezamos a disfrutar de numerosas montañas del concejo de Cangas.
Seguimos el camino y un poco más adelante aparece una pequeña área recreativa con una reducida piscina, que se nutre del reguero de La Fervienza, arroyo que unos metros más abajo se precipita formando la cascada, que resulta difícil divisar debido a lo abrupto del terreno.
Continuamos nuestra marcha por un buen camino desde el que podemos observar la gran mayoría del pueblo de Moal y en lontananza el pico Caniechas, el 2º en altitud del concejo de Cangas con sus 1924 metros. Son ahora los robles los que nos acompañan durante un trecho, llegando incluso a ocupar el interior de un cortín que se asienta en un pequeño rellano a la izquierda de nuestro sentido.
El camino, cómodo de andar, deja atrás los robles cuando llegamos a los prados de Cheireo, pertenecientes a Posada de Rengos, cuyo pueblo distinguimos por ser el mayor de la zona, en la que también podemos contemplar La Venta o Ventanueva, Vega de Rengos, Caldevilla y Los Eiros, así como el Palacio de La Muriella. En este tramo debemos seguir siempre de frente y despreciar las sendas que surgen a nuestra derecha y que nos llevarían en fuerte descenso a la carretera general.
Vuelve a surgir el monte bajo y el matorral, poblado especialmente de folguera o helecho, cuando la ruta serpentea ganando altura, hasta que en la tercera curva debemos continuar por el camino que nos sale de frente. Llevamos 5 kilómetros desde que salimos de Moal, con el monte poblado de helechos, ganzos y escobas, cuando surge ante nuestros ojos la cascada de Aguasblancas, cuyo perfil veremos ya hasta las proximidades de Larna, en cuyo pueblo entramos rodeados de castaños y prados.
La entrada en Larna se produce por la parte baja del pueblo y por donde debemos tomar la pista que nos lleve a las proximidades de la carretera general AS-15. Antes visitaremos el pueblo, que se asienta en una ladera a los pies de Peña Ventana, y en el que podremos apreciar modernos edificios y casas tradicionales, así como un buen número de paneras y hórreos que hasta hace pocos años conservaban los teitos de cubierta vegetal.
Llevamos 7.500 metros recorridos cuando tomamos la pista asfaltada, que en fuerte descenso y rodeada de prados nos acerca a la carretera. Al llegar a un antiguo lavadero minero, hoy en día casi tomado por la vegetación, que se encuentra a escasos metros de la carretera, aparece una senda a nuestra derecha; se trata del antiguo camino real de Larna a Ventanueva. Debemos cerciorarnos de que está limpio de maleza, pues en caso contrario tendríamos que bajar hasta la carretera y hacer el recorrido por la misma hasta La Venta.
Es una pena que los caminos reales del concejo de Cangas estén tan abandonados, pues si bien han dejado de cumplir la función primordial que tenían encomendada, que era la de servir de vía de comunicación entre distintos pueblos, fuese andando o en caballerías, la construcción de nuevas pistas y carreteras los ha dejado en el mas absoluto de los abandonos y en consecuencia se están perdiendo unas vías que son patrimonio de todos. No obstante, según una noticia publicada en el diario El Comercio, el ayuntamiento de Cangas tiene previsto iniciar en abril una campaña de desbroce y limpieza de viales, que abarcará a todos los pueblos del concejo. Esperemos que así sea.
Cuando llevamos recorrido un trecho, surgirá de nuevo a nuestra izquierda la cascada de Aguasblancas, que entrega sus aguas precipitadamente en el Narcea. Mario Gómez nos la describía en 1930 de la siguiente forma: “¡Qué bella, qué imponente!. Esta abrupta ladera parece un monstruo que babea irritado al ver cómo unos seres enclenques y desmedrados labraron a sus pies una vía, por la que cruzan veloces y alborotadores y sin mostrarle el menor pánico. ¡Qué cendales, qué tules sueltan allí las Náyades!. ¡Qué torrente se despeña como a unos treinta metros, para hundirse en una hoya que él mismo se labró y donde se esconde, púdico, de los viajeros indiscretos.” Digna de admirar la retórica con la que el gran Mario nos describe la cascada, si bien incurre en un error de apreciación, al decir que se despeña desde unos 30 metros cuando en realidad lo hace desde 60.
La senda se junta con la carretera en la entrada de Ventanueva, que significa precisamente eso, venta nueva, que se construyó en 1772, aprovechando la extracción de madera del monte de Muniellos, según comenté en la entrada sobre Moal y Muniellos. La Venta es cruce de carreteras y lugar donde el río Muniellos deposita sus aguas en el Narcea.
El regreso hasta Moal debemos hacerlo por la carretera AS-348 y en el recorrido podremos aprecir el pequeño desfiladero del Trabanco. El trayecto, aunque casi todo el tiempo va en ligero ascenso, no debe llevarnos mas de 25 minutos. La ruta también permite hacerla en bicicleta de montaña, pero en este caso es aconsejable subir desde Moal hasta Oballo por la pista asfaltada, que parte unos metros más allá del camino que tomamos para hacerla andando.
4 comentarios:
Ahora solo queda que la hagamos, y así comentarla con conocimiento de causa... gracias
magnífico post de una ruta preciosa, enhorabuena, josé.
La ruta promete...a ver si en el buen tiempo cogemos fuerzas y nos animamos a hacerla, yo advierto que soy mala escaladora.
jose es una ruta preciosa, con unas vistas impresionantes,yo para la zona del Arna no pase,pero tiene que ser chula y tambien cansada eh, intentaremos un dia hacerla, saludos. Telvina
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