miércoles, 8 de abril de 2009

De profesión: Capador

Los oficios tradicionales desaparecieron al mismo tiempo que el siglo XX llegaba a su fin. Por el camino, las hilanderas, molineros, herreros o afiladores, han dejado paso a nuevas tecnologías y métodos de trabajo, sucumbiendo ante los cambios de la sociedad.

Uno de los oficios que también claudicó, prácticamente con el cambio de siglo, fue el de los capadores, cuya función es ahora realizada por los veterinarios. Moal tuvo un capador adoptivo, conocido en todos los pueblos del contorno, que se llamaba Severino y cuya figura, con los datos que me aporta su hijo César, quiero glosar en este artículo.


Cédula de Identidad de la República Argentina (1920)

Severino nació en Andeo, pueblo perteneciente al vecino concejo de Ibias en el año 1908, en una familia humilde, como casi todas por aquella época, siendo el último de 10 hermanos. Estuvo durante tres años estudiando para cura, dejándolo al fallecer su padre. Las circunstancias familiares y económicas le obligaron a emigrar a Buenos Aires cuando sólo contaba con 16 años, permaneciendo en Argentina hasta los 21 en que regresó, según comentaba porque "no ganaba ni para comer".

Ejerció de maestro "temporero"durante el invierno en varios pueblos de Ibias y el oficio de capador lo aprendió en Boal, donde estaba destinado un cura del vecino pueblo de Seroiro, que tenía una sobrina casada con el capador.


Severino con su mujer María

A la edad de 24 años comenzó a capar por su cuenta y a desplazarse en busca de trabajo. En sus visitas a Moal paraba en casa Mingo, lugar de hospedaje para muchos vecinos de Ibias, donde mi abuela tenía la casa abierta para todo el mundo. Y en Moal conoció a María de Mateo, una joven, hija única y por lo tanto "muiraza", con la que se casó a la edad de 25 años, viviendo a partir de ese momento en el pueblo.

Por aquellos años capaba caballos a pulgar, es decir con el puño, cerdas, para que la carne fuese mejor, bueyes y "castrones", utilizando para ello tenazas, cuchillos o navajas. Las épocas del año aptas para capar eran primavera y otoño, y para avisar de su llegada a los pueblos usaba una "xipla", a la que le daba un toque distinto para diferenciarse del afilador.


"Xipla" de Severino

En sus comienzos cobraba una peseta por cada operación de "gocha", lo que suponía unos ingresos muy superiores a otros oficios. En determinados momentos tambien contrataba una cuota anual con el dueño de la casa, a tenor del número de animales que tenía, pero independientemente de los que tuviese que capar.


Severino con su nuera Josefina, el día de su boda con Ino

El trabajo de capador lo realizaba en los concejos de Ibias y Degaña, así como en las zonas del Couto y Rengos en el de Cangas.

En Ibias la ruta la hacía dos veces al año, una sobre el 20 de mayo y otra a finales de septiembre, tardando cuatro días en hacer el recorrido. El primer día salía de casa al amanecer, montado en un caballo, y en 2 horas y 20 minutos llegaba al Puerto del Connio, luego bajaba a Valdebueyes, donde desayunaba, para continuar la jornada por Seroiro, Pradias y Andeo, donde pernoctaba en casa de sus padres. El segundo día iba a Dou y Piñeira, para comer en casa Avelino, continuando por Vilamayor, Cecos y Bustelo, en cuyo pueblo tenía una hermana casada en casa Cachón. La siguiente jornada comenzaba en Alguerdo y Omente (comía en casa Carlos, que era primo), continuando por Villardecendias y Taladrid, para dormir en casa Quintos. Por último, el 4º día salía para Villaoril, en donde paraba en casa Diego -María nos puede explicar-, para seguir por Villarmeirín hasta El Bao, donde a la altura del Capillo cogía una senda que lo llevaba a La Viliella.

La parroquia de Tormaleo quedaba fuera de su ruta, pues en Villares había otro capador, de nombre también Severino y, al parecer, se respetaban el territorio.

Severino comenzó a capar antes de la Guerra Civil y ejerció la profesión hasta su muerte, que se produjo en Madrid en 1978, a donde se había desplazado con motivo de la boda de un hijo.


Maricarmen, David, María, Severino, Elvira, Sabino, Pío y Rosario, el día de la boda de Elvira y Sabino (1963). Al fondo se ven las casas de Alonso y de refilón la de Castañón.

El oficio de capador lo continuó su hijo César, que lo había aprendido de su padre, al que acompañaba en los últimos años. César llegó a capar algunos años hasta 1000 cerdas, pero la caída de la matanza y la llegada de los veterinarios hicieron que colgase las tenazas en el albor del siglo XX.

11 comentarios:

Maria Jesús dijo...

Qué artículo tan estupendo y qué vida tan dura!!, seguramente como muchas de la época!!, pero leyendo tu artículo se da uno cuenta de lo fácil que lo tenemos ahora en comparación con aquellos tiempos. Me has trasladado un poco a la niñez, ya que, a pesar de no pasar grandes temporadas en Moal y ser una niña, aún lo recuerdo. Enhorabuena Jose, como siempre, un artículo estupendo y tan interesante que me ha dado pena llegar al final!!!

Anónimo dijo...

Hola,una pequeña correccion,creo que la senda hacia la Vilietsa y el Corralin sale cerca de el cementerio de el Bao y Sisterna. y no en el alto del (Capillo),ya lo lei muchas veces como /Campillo/ y creo que sobra la M.....P-----n

monsieur bleu dijo...

José:
¡qué articulazo! enhorabuena, lo que más me gusta es la colaboración de la gente a la hora de ceder fotos y vivencias.
tremendo, a seguir así.
monsieur bleu

Jose de Mingo dijo...

Una vez comprobado, que la ruta que realizaba Severino para ir a La Viliel.la no llegaba hasta el alto de El Campillo, como figuraba en la entrada original, sino que partía del punto donde dice el comentarista anónimo, he procedido a realizar la correspondiente rectificación.

María Jesús y Monsieur Bleu, gracias por vuestros halagos, pero el mérito es de César por su colaboración y, sobre todo, de Severino que fue el verdadero artífice de la historia.

María del Roxo dijo...

Muy buena tu historia, Jose. Acabo de volver a la civilización. Gracias por vuestra visita.

Jose de Mingo dijo...

María, las gracias os las debo yo a vosotros por haber hecho la visita tan agradable.
Personalmente, me quedo con la civilización del Lejano Oeste.

el chapras dijo...

Muy bonito tu ariculo.Yo conocia el otro capador de Villares incluso trabajamos juntos en la mina,los ultimos años ya no se realizaba esta labor.

un saludo

Xastre dijo...

¡Impresionante el artículo sobre Severino! Se lo enseñé a mis padres y quedaron sorprendidos por la cantidad y calidad de datos que aportas, ya que ellos conocieron a Severino. Me comentan, además, que el caballo que Severino llevaba era de color "roxu"; también que era el padrino de bautizo de un primo hermano de mi madre, llamado como él. Con respecto al pequeño lío del Alto de El Capillo, trataré de aclararlo lo mejor posible: Evidentemente, la senda de El Vau a La Viliel.la, que forma parte del Camino Real de Cangas a Ibias, no parte del Alto de El Capillo (que en todo tipo de mapas, teletextos, carteles y escritos diversos se obcecan en llamar "Campillo"), sino del cementerio de El Vau. Este lugar se conoce en La Viliel.la como El Capillu d'El Vau, por alusión a la ermita que hay en él, con lo que tu apunte original no es del todo erróneo, aunque, lógicamente, la confusión por la similitud de ambos topónimos es comprensible.
Un saludo y sigue deleitándonos con estos auténticos diluvios de conocimiento.

Jose de Mingo dijo...

Xastre: los artículos los hacéis amenos e interesantes los lectores. Además es una suerte tener comentarios como el tuyo, que complementan la información, nos deleitan con todo tipo de detalles y nos sacan de dudas sobre la ruta que seguía Severino para ir desde El Vau hasta La viliel.la.
Saludos

Trasgo del Cadavin dijo...

El Trasgo del Cadavín dejó un comentario en la entrada "Frutales en flor", que tiene relación con el Capador de Moal, como el propio Trasgo llama.
Como es un comentario muy entrañable, en el que además nos narra sus aventuras de juventud por Muniellos y nos recuerda a personajes muy conocidos de Moal, lo transcribo aquí, aunque también se puede leer en la entrada original.


Después de una ausencia por operación de cataratas, me pongo de nuevo en contacto con vosotros.
Amigo josé de Mingo, gracias por haber cumplido tu promesa. El conocer, tan detalladamente, la vida del Capador de Moal, agranda en gran manera la consideración de los que hemos tenido el privilegio de conocerle.
Y ahora, para no dejarte descansar, quisiera preguntarte por otro personaje de tu tierra, si es que era de tu tierra:
En los años cincuenta yo y un grupo pequeño de amigos, adelantándonos a los tiempos actuales, teníamos la costumbre de hacer algunas rutas por
Muelos, como le llamábamos entonces, para captar, con nuestras "cámaras digitales", estampas de los siempre vigilantes e inquietos robezos o de los más tranquilos corzos. Partían las rutas del alto de La Candanosa y discurrían una, por los parajes más abruptos del Serrón y el Serrapo para captar a los primeros y otra por los alrrededores de las Lagunas y las Tablizas para los segundos.
Pues bien, casi siempre terminábamos acompañados por un señor, como Angel de la Guardia, del que no recuerdo si era alto o bajo, blanco o de color, pero, cuando pasaba a nuestro lado, ocultos entre el brezo, siempre permanecerá en mi retina el brillo, por el uso, de su cayado, unas botas de "material" bien engrasadas y su gorra, siempre su gran gorra negra.
¡Qué manía por ver salir el sol, cuando podía esperar a verlo una hora más tarde en el valle!
¿Quizá padecía insomnio? ¿Se llevaba mal con su mujer, que no podía esperar a desayunar tranquilo en su casa?
Hoy, muchos años después, en nombre mío y de mis amigos, le pido disculpas por los madrugones y los sofocos. A fin de cuentas, era una lucha noble entre profesionales.
Años atrás, otros "senderistas aficionados", no fueros tan nobles con el guarda de Obacho.
Si tienes alguna noticia de este personaje, te lo agradecería.
¿podía, quizá, llamarse o apellidarse Baragaño?
Un fuerte abrazo.

15 de abril de 2009 19:32

Montse dijo...

El guarda que no desayunaba en casa...era David Lago, de casa Baragaño de Moal,mi abuelo.

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