El pasado mes de octubre tuvo lugar en la librería Treito de Cangas del Narcea, la presentación de la novela Camino de Vuelta, de la que es autor Alfonso López Alfonso.
Alfonso nació hace 31 años en casa Simón de Moncó (Moncóu), es por lo tanto nieto de Valeriano y Rogelia e hijo de Angelita y Manolo, familia con la que me unen lazos de parentesco. Hace ya varias décadas, cuando las fiestas de los pueblos se celebraban el día señalado en el calendario y no se cambiaban para el fin de semana, Valeriano y su hija Elsa eran asiduos de mi casa el 5 de septiembre, día de San Juliano. Dos días antes en Moncóu se celebraba la Magdalena y, o bien mis padres, o mis hermanos, iban andando a la fiesta a través de la Cuchada. Recuerdo que siendo muy pequeño, mis padres me llevaron una vez; lo malo para ellos fue que al regresar, entre el miedo que proporciona la noche y el cansancio, me tuvieron que portar en brazos casi todo el tiempo.
Alfonso nos cuenta en el libro que "sus años inolvidables transcurrieron en Moncóu" y que "se desparramaron lánguidamente entre los tres y los seis años -quizás algo más allá- por esa edad delicada, pasajera y genial que es la infancia". Pero la relación de Alfonso con Moncó no desaparece cuando a los seis años lo internan en el Orfanato Minero de Asturias. Es allí donde sueña y echa de menos a su pueblo, tanto que "escrutaba atentamente las lomas del Naranco intentando ver La Pena". Tal vez por ello, la nostalgia por su aldea perdida se incrementa con el transcurrir de los años y fruto de esa melancolía surge este Camino de Vuelta.
El libro es un relato de sus vivencias personales y familiares, tratadas con la nostalgia que da la distancia; esa distancia que unas veces es física y otras nos la marca el tiempo, pues muchas de las personas que salen reflejadas en sus páginas ya no están entre nosotros. Una nostalgia por ese Moncou que "era un lugar tranquilo pero que estaba vivo", y donde actualmente las dieciséis casas del pueblo "van quedándose sin memoria y sin porvenir. No abundan allí los niños y empiezan a escasear los viejos".
Moncó y Moal comparten muchas cosas: brañas, parroquia, familias,... y una Peña que ellos han bautizado y registrado (La Pena Moncóu), tal vez porque la cima también la tienen más cerca que nosotros. Por eso, los nombres, tanto de personas como de lugares, que salen reflejados en el libro nos son próximos y familiares.
Camino de Vuelta es una novela para disfrutar de su lectura y evocar a personas y lugares cercanos geográficamente, pero que también podríamos situar en cualquier otro rincón rural.
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