Los términos del monte de Moal se dividen en 64 heminas, varas o porciones; lo que actualmente serían 500 hectáreas. Durante los siglos XVII y XVIII era en su mayoría propiedad del Conde de Toreno. Que cómo el Conde de Toreno se hizo con su propiedad es una incógnita, pero es de suponer que dado su dominio sobre infinidad de propiedades en toda la comarca suroccidental asturiana y norte de León su influencia por aquellos años podía conseguir cualquier cosa.
En el siglo XIX los vecinos del pueblo compraron una parte del mismo, pero los Condes siguieron conservando 29 varas y octava parte de otra.
Los Condes de Toreno cobraban desde "tiempo inmemorial" rentas anuales en manteca a los vecinos de Moal, así como a la gente de los pueblos limítrofes: Posada de Rengos, San Martino; Cruces y La Viliella, por un total de 129 libras (69 kgs). Sobre el año 1.752 Moal pagaba 49 libras de manteca y además pagaba los años "que había bellotas en el monte, un real por cada lechón que de los lugares de fuera parte entrasen a comerlas, que por los propios nada pagan". Asimismo estos frutos se recolectaban y se llevaban a Cangas para alimentar los cerdos que el Conde criaba en su casa.
Por lo que se ve eran años de auténtica subsistencia, en los que los cerdos se llevaban a las zonas del monte donde había castañas y bellotas de roble para que se pudieran alimentar, pero para desgracia de las familias tenían que pagar al Conde, por ser el propietario de casi la mitad del mismo, para que los "gochos" pudieran entrar en el monte para comer.
A Comienzos del siglo XX los vecinos del pueblo compran todo el monte al Conde asignándole a cada propietario un número determinado de varas, en función del dinero que hubiesen aportado para su compra, sin embargo, no todas las casas poseían las mismas porciones en el monte, e incluso existían casas que no tenían parte en él, pues las casas nuevas sólo podían adquirir sus derechos a través de la compra o herencia de alguna porción.
En el siglo XIX los vecinos del pueblo compraron una parte del mismo, pero los Condes siguieron conservando 29 varas y octava parte de otra.
Los Condes de Toreno cobraban desde "tiempo inmemorial" rentas anuales en manteca a los vecinos de Moal, así como a la gente de los pueblos limítrofes: Posada de Rengos, San Martino; Cruces y La Viliella, por un total de 129 libras (69 kgs). Sobre el año 1.752 Moal pagaba 49 libras de manteca y además pagaba los años "que había bellotas en el monte, un real por cada lechón que de los lugares de fuera parte entrasen a comerlas, que por los propios nada pagan". Asimismo estos frutos se recolectaban y se llevaban a Cangas para alimentar los cerdos que el Conde criaba en su casa.
Por lo que se ve eran años de auténtica subsistencia, en los que los cerdos se llevaban a las zonas del monte donde había castañas y bellotas de roble para que se pudieran alimentar, pero para desgracia de las familias tenían que pagar al Conde, por ser el propietario de casi la mitad del mismo, para que los "gochos" pudieran entrar en el monte para comer.
A Comienzos del siglo XX los vecinos del pueblo compran todo el monte al Conde asignándole a cada propietario un número determinado de varas, en función del dinero que hubiesen aportado para su compra, sin embargo, no todas las casas poseían las mismas porciones en el monte, e incluso existían casas que no tenían parte en él, pues las casas nuevas sólo podían adquirir sus derechos a través de la compra o herencia de alguna porción.
La figura legal que se le asigna al monte una vez comprado es la de Pro-indiviso, con lo cual para poder vender su madera o el propio monte a un tercero es necesaria la conformidad de todos los propietarios.
Pradería y bosque de Moal
La unión de los vecinos tampoco fue total durante el siglo XX, al vender algunos propietarios porciones pequeñas de monte a vecinos de otros pueblos con lo cual la capacidad de tomar decisiones a la hora de vender madera, caza, pastoreo, etc. se resintió.
Actualmente el monte de Moal tiene una gran riqueza maderera, especialmente de robles y hayas. Al mismo tiempo numerosas especies animales lo habitan, como el emblemático oso pardo, el urogallo, el corzo o el jabalí, que ha proliferado en los últimos años tanto que ha sido necesario colocar un cableado de tensión en toda la zona del valle para evitar que haga sus incursiones a los prados y tierras de labor. Por otro lado, el turismo se ha convertido en un incipiente recurso y numerosas rutas han sido señalizadas, circundando todo su perímetro, máxime cuando se trata de un balcón excepcional sobre Muniellos y en éste el acceso se encuentra restringido a 20 personas diarias.
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