miércoles, 16 de noviembre de 2011

Cazadores de osos

El oso es junto al urogallo el animal más emblemático de Asturias por diversos motivos, principalmente porque se le considera una especie autóctona, pues lleva cientos de años poblando nuestros montes, porque a su alrededor son cientos las historias y leyendas que se han contado, y porque tras pasar una etapa difícil a finales del siglo XX, en la que se temió por su perduración, hoy en día parece existir un número suficiente de ejemplares que garanticen su supervivencia, especialmente en el área occidental de la región astur-leonesa.


Actualmente el oso es una especie protegida y su caza está castigada tanto penal como administrativamente, siendo considerables las cuantías a las que se exponen los que infrinjan la normativa. Pero esto no siempre fue así y en tiempos pasados estaba recompensada su caza. Moal, situado a las puertas de Muniellos y por tanto en un enclave privilegiado para la cría y conservación del oso, fue pueblo de cazadores aunque las crónicas solamente nos hablen de unos pocos.


La primera mención la podemos encontrar en el libro “Osos y otras fieras en el pasado de Asturias, 1700-1860”, del que es autor Juan Pablo Torrente Sanchez-Guisande, en el que se recoge en un asiento que realiza el cura propio de San Juan de Vega de Rengos, que en el año 1756 Domingo Fernández, vecino de Moal, mató un oso adulto por el cual cobró 60 reales. En el mismo libro también se da cuenta de la muerte de un lobo cerval por parte de Manuel Martínez y Domingo Collar, hecho que tuvo lugar al caer en un cepo junto a la casa del monte de Muniellos.

La Gran Enciclopedia Asturiana también recoge entre sus páginas a otro cazador de osos natural de Moal. Se trataba de Francos, uno de los dueños y moradores de la casa mas potentada del pueblo a finales del siglo XIX y principios del XX.


En el siglo XIX Asturias contó con los dos mayores cazadores de osos de su historia: se trataba de Xuanon de Cabañaquinta, que además de abatir 92 osos fue invitado a participar en las cacerías de la casa real, gracias a lo cual consiguió renombrada fama, y el tevergano Ignacio Rodríguez, el mayor cazador de osos de la provincia, pues sólo le faltó uno para llegar a la centena.

A mediados del siglo XX Moal contó con otro gran cazador de osos, si bien en numerosas ocasiones tenía que acompañar al “ricachón” de turno para que fuese este quien le diera muerte. Se trataba de Casín, un vecino que había estado trabajando en Argentina con Onássis y que tras su regreso al pueblo ejerció de cartero y tabernero, así como ojeador, montero y cazador.


Ahora que los tiempos han cambiado y las nuevas generaciones se han concienciado mucho  mas con el medio ambiente, esperemos que nadie del pueblo tenga el dudoso "honor" de aparecer como cazador de osos en ninguna publicación.

Las fotografías que ilustran esta entrada corresponden todas ellas a Casín.

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