miércoles, 27 de julio de 2011

Sendero accesible de Muniellos

Un acuerdo suscrito entre la Consejería de Medio Ambiente del Principado de Asturias y la obra social de La Caixa, sirvió para que en la primavera del año 2009 se abrieran al público cinco rutas en distintos espacios naturales del Principado, acondicionadas para que pudieran transitar por éllas personas con movilidad reducida o poca visión.

En la senda de Muniellos, aún en construcción
Una de esas actuaciones se llevó a cabo en la Reserva Biológica de Muniellos y consistió en adaptar un tramo de unos 750 metros, que tiene su incio nada más cruzar el puente que salva el río Muniellos,  en las inmediaciones del Centro de Recepción,  donde se coge un sendero de madera que durante todo su recorrido discurre paralelo al río. De esta manera se pretende que todo aquel que se acerque a visitar este espacio natural, pueda  disfrutar del paisaje y de los sonidos y aromas del bosque.

Inicio de la senda
Pasados ya dos años desde la apertura de la ruta, sólo hay que ponerle un pero. Me cuentan que la ruta ha permanecido cubierta de maleza, y por lo tanto intransitable, durante  el mes de junio  y una gran parte de julio, hasta que en la semana posterior a la festividad del Carmen un  grupo de operarios procedió a su desbroce. De poco sirve por lo tanto, realizar anuncios institucionales como el que se puede ver en la TPA,  en el que se observa a un representante de la administración disfrutar? de la ruta en compañía de varios niños, al tiempo que vende las "excelencias" de Muniellos, o publicitar un catálogo de sendas verdes de Asturias si las mismas no se conservan en las mínimas condiciones de accesibilidad.

Vista del río
Nuestros gobernantes hablan mucho de accesibilidad y de suprimir barreras arquitectónicas, pero no se trata solamente de poner los medios, también hay que conservarlos y, por lo que se ve en este caso, la conservación no ha sido todo lo deseable que se debiera.

Un descanso junto al panel informativo
Dicho lo anterior y como supongo que esta anomalía seguirá produciéndose en sucesivos años,  invito a todas las personas que sufren algún tipo de inconveniente físico y no puedan realizar la ruta por falta de conservación,  que eleven la correspodiente protesta ante la Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio e Infraestructuras, denunciando la situación. Mientrás tanto, tienen la opción de hacer el itinerario en dirección a Moal, pues también van a disfrutar de los colores, olores y susurros que aportan al unísono el bosque y el río,  y además lo van a hacer por una pista con buena anchura para caminar, que está encementada y con un trayecto que puede llegar a los 4 kilómetros, con la posibilidad de abandonarlo cuando lo consideren conveniente.

domingo, 3 de julio de 2011

Pañando yerba

La labor agrícola que mas quebraderos de cabeza ocasiona al paisano de nuestra comarca es la recogida de la hierba, faena que en estos momentos está en todo su apogeo. Y eso que, desde la década de los 70, la mecanización agraria transformó por completo la manera de trabajar: la guadaña dió paso a la segadora, el engazu y la forcada a la volteadora, la facina a las alpacas y el carro tirado por vacas al tractor, por citar los trabajos más sacrificados que conlleva pañar la yerba seca.


Rememorando tiempos pasados, diré que la primera segadora que llegó a Moal fue de la mano de Saturno Casín. Se trataba de una segadora marca Rapid, con la que se ganaba el jornal segando por diferentes pueblos de la zona, además de los prados propios.  Si no me equivoco se trataba del año 1968. En los siguientes años el pueblo empezó a modernizarse con la adquisición de distintas segadoras, algunas compradas con un dispositivo adaptable con el que resultaba mucho mas fácil amontonar la hierba. En la primera fotografía podemos ver a Segundo de Mingo con la segadora alemana, marca Strung y el cazo con el que apilaba la yerba, para posteriormente enfacinarla o cargarla en el carro para llevarla al parreiro.

Miembros de casa Farruco pañando hierba

Las circunstancias climáticas obligaban muchas veces a tener que hacer facinos para preservar la hierba que todavía no estaba totalmente seca de la lluvia. Este trabajo resultaba muchas veces inútil puesto que la amenaza se quedaba solo en eso y la hierba enfacinada había que volver a extenderla para que se secase completamente.


Las dos primeras fotografías nos ilustran el ayer de una labor que nunca resultó gratificante, pues se tenía que realizar cuando más calentaba el sol. Hoy en día la recogida de la hierba resulta mucho más cómoda como podemos apreciar en esta fotografía sacada a la familia Pepe Mingo en Prado Nuevo el año pasado.

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