lunes, 21 de julio de 2008

Ruta Moal-Gedrez-Larón (G.R. 203)

Itinerario: Moal-Cruces-Vega de Rengos-Samartino-Gedrez-Puerto del Rañadoiro-Larón
Dificultad: Media
Distancia: 19 Kilómetros
Duración:5 horas
Desniveles: Moal-610 metros. Vega de Rengos-530 metros. Puerto del Rañadoiro-1181 metros. Larón 850 metros.




Panel explicativo de la ruta

El Parque Natural de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias tiene un recorrido circular, bautizado con el nombre de Por donde camina el oso que comprende 11 etapas. Para completar el recorrido y conectarlo interiormente tiene también diseñados varios itinerarios que pasan por el corazón del Parque. Moal es punto de partida o final de las dos etapas que más se aproximan a los espacios más singulares del propio Parque: la reserva mundial de la Biosfera de Muniellos y las fuentes del Narcea. Se trata de las etapas Agüera del Coto-Moal y la que desde Moal lleva a Larón.

La etapa que nace en Moal y finaliza en Larón es la que hace disfrutar inicialmente al caminante de Muniellos, para después contemplar los hayedos de Gedrez y Hermo y luego observar la vertiente sur de Muniellos, que linda con el puerto del Rañadoiro, y que tras ser coronado se abre al valle del río Ibias y al extremo más occidental de la Cordillera Cantábrica.


Inicio de la ruta en Moal

La ruta tiene su inicio en Moal, junto a la capilla de San Juliano desde donde parte una calle que tras atravesar el río Muniellos llega a la plaza pública. Aquí se debe seguir por el camino situado junto al escenario de la música, que a partir de dicho punto sigue en llano durante unos doscientos metros para luego empezar a ganar altura entre prados hasta que se llega al cortinal de La Chalga.


La Chalga vista desde Moal

En La Chalga la ruta está señalizada para que los senderistas caminen a través de una servidumbre que los vecinos se dejan unos a otros y que asciende hasta el final de la pradería. Esta servidumbre es utilizada en la época de recoger la hierba, pero una vez pasado este periodo se cierra para que paste el ganado libremente; pero con la señalización del itinerario los propietarios no pueden cerrar sus fincas, pues en caso contrario cortarían la ruta. Solución: los vecinos de Moal siempre utilizaron "La Chastra", una senda en medio de pequeñas rocas, robles albares y matorral que evitaba el camino hoy utilizado y por donde se debería haber trazado la ruta. Una simple toma de contacto entre administración y vecinos podría y debería solucionar un problema, que si bien no es grave causa malestar y rencor. Conclusión: los vecinos acabarán por cerrar los prados y el caminante tendrá que buscarse la vida o dar media vuelta ante el temor a perderse.


El río Narcea a su paso por Ventanueva

Confiando en que la administración ponga de su parte para solucionar el problema seguimos el camino hasta coronar La Chalga. Durante todo el trayecto dejamos a nuestra espalda los pueblos de Moal y Oballo y el bosque de Muniellos al final del valle. Llevamos dos kilómetros recorridos en unos 35 minutos.

Al pasar La Chalga entramos en una zona de bosque que con pequeños altibajos nos lleva hasta Cruces (nombre original del pueblo y no Las Cruces como figura en los distintos indicadores). Durante el trayecto podemos observar en primer lugar el cauce del Narcea encajonado en la zona de Ventanueva, después el pueblo de Posada de Rengos y aldeas aledañas, y al final del valle el puerto del Rañadoiro y los hayedos de Gedrez y Hermo.


Vista desde Cruces. El Rañadoiro al fondo

En Cruces debemos tomar la carretera que en ligero descenso y tras pasar por el cementerio parroquial de Vega de Rengos, único en Asturias de titularidad privada, nos lleva al pueblo de Vega. Atravesamos la carretera AS-15 y nos dirigimos al antiguo lavadero de Antracitas de Gillón, que en la década de 1980-90 fue la mayor empresa privada del sector minero asturiano con 1000 empleados. Los 4 kilómetros que llevamos recorridos nos habrán costado algo más de una hora.


Vista de Posada de Rengos

El camino de piedra junto al lavadero hace varios zigzag hasta coger la pista asfaltada que conduce a Los Eiros y San Martín de los Eiros. Volvemos a ganar altura y vemos a nuestros pies el Colegio Público de Vega y las minas de Carbonar, en plena explotación, para despues introducirnos en un paisaje de prados y arbolado hasta llegar a un cruce. A la izquierda se encuentra a 300 metros el lugar de Los Eiros, pero la ruta sigue por la derecha hasta llegar a San Martín de los Eiros. Samartino, como es conocido en la zona, era una aldea de 12 casas que a finales del siglo XX se empezó a agrietar como consecuencia de la actividad minera que se desarrolla en su subsuelo y que fue comprado integramente por Carbonar, destruyendo todas las edificaciones, excepto un horreo que se mantiene en pie como testigo mudo de lo que fue antaño. Los 6 kilómetros de recorrido nos habrán costado 2 horas.


Horreo en Samartino. Al fondo Moncó


La Peña de Jalón. "La Penona"

La pista asfaltada se convierte en camino a partir de Samartino. A nuestra derecha podemos contemplar la peña de Moncó, con el pueblo que le da nombre y sus dos barrios a media ladera y en el fondo del valle el pueblo de Rengos. Después aparece de frente el hayedo de Gedrez-Hermo, la Penona de Jalón, lugar emblemático para el oso y puerta de entrada a Monasterio de Hermo y el pueblo de Gedrez al que llegamos por una carretera asfaltada que conduce a Piedrafita y Jalón, despues de haber recorrido diez kilómetros en unas dos horas y media.



Vista de Gedrez. Al fondo el hayedo de Hermo

La ruta ahora nos hace atravesar una parte de Gedrez y seguir la carretera que va a Rengos durante cerca de un kilómetro, hasta que tomamos una senda a mano izquierda que tras descender escasos metros hasta el río Narcea, comienza a ganar altura entre hayedos hasta contemplar la carretera que bajo nosotros sube al Rañadorio. Abandonamos el hayedo y a nuestro alrededor surge el brezo y el helecho "folguera", que nos acampañan hasta que cruzamos la carretera, momento en el que surge una pradería y de nuevo el hayedo, mezclado con pino. Llevamos 14 kilómetros en unas tres horas y media.


Vista subiendo el Rañadoiro. Rengos en primer término

El itinerario vuelve a atravesar la carretera por una pista de hierba, tapada por las ramas de las hayas, que impiden el paso de la luz solar, hasta que llegamos al puerto del Rañadorio, divisor de los aguas que van al Narcea y de las que van al Ibias.

El puerto se puede atravesar por un pequeño tunel o bien por encima del mismo a través de una senda. La vista es espectacular: al este el pequeño valle y montes que circundan el río Narcea; por el norte, la vertiente sur de Muniellos, el pico Cabrón y los montes de La Viliella; por el oeste el valle del río Ibias, las primeras estribaciones de la cordillera Cantábrica y debajo de nosotros Larón y, por último, al sur, la Sierra de Degaña.


Valle del río Ibias desde el Rañadoiro

Pasado el tunel surge a nuestra izquierda una pista que en fuerte descenso y por una zona repoblada recientemente, tras el grave incendio que sufrió en el mes de junio de 2006, nos lleva hasta Larón, punto final de la etapa, al que llegamos después de recorrer 19 kilómetros en unas 5 horas.


Larón y el cordal de Degaña

Las fotografías que ilustran esta pequeña recopilación del trayecto, hacen bueno el refrán que dice "más vale una imagen, que mil palabras".

viernes, 4 de julio de 2008

Las Bodas en el siglo XX

Uno de los acontecimientos más importantes que se producían en los pueblos hasta las últimas décadas del siglo XX eran las bodas. Por eso y aprovechando que tengo varias fotografías de bodas celebradas en distintos años y que algunas de las etapas por las que pasaba el noviazgo, hasta terminar en la boda, han sufrido importantes transformaciones con el paso del tiempo, quiero ir desarrollándolo en este artículo.

El noviazgo era habitualmente largo y lo normal es que durase entre 2 y 10 años. Sólo existía una excepción, que era el noviazgo concertado entre las familias, en el que dejaban poco tiempo para el galanteo. La causa principal para tan largo noviazgo era que la pareja tenía que esperar a tener recursos suficientes para poder independizarse. Los noviazgos se daban generalmente entre los vecinos del pueblo o pueblos cercanos y al mismo tiempo entre parejas de similar clase social. Por lo general el hombre tenía más edad que la mujer.


Marcelino y Encarnación de novios,
junto con Palmira y Segundo de Mingo

Las relaciones surgían en lugares públicos: fiestas, bailes, fuentes o siguiendo a la mujer hasta su casa. En Moal, las relaciones comenzaban en las fuentes que había en distintos lugares del pueblo, especialmente la de Mingo, por estar mas céntrica y acudir a ella asiduamente durante el verano, al tener el agua más fresca y durante los bailes de pandero y castañuelas que se organizaban en la “Huerticona” o junto a casa Silvestre. Para manifestar el consentimiento a la relación se utilizaban los gestos y la mirada para después pasar a la palabra. La iniciativa siempre correspondía al hombre y se veían poco, normalmente los domingos y muchas veces bajo el control de una tercera persona que correspondía a un familiar de la novia y a la que trataban de esquivar o despistar cuando la relación había avanzado.


Boda de Pepe y María de Alonso

La familia del novio era la que tenía que pedir en nombre del hijo, la mano de la novia a sus padres. Este momento se aprovechaba para concretar los detalles y la fecha de la boda. La petición de mano formalizaba el noviazgo y a partir de ese momento los novios ya podían entrar en casa e incluso participar en las labores domésticas.


Carmen de Mingo (mi madre), poco después de casarse

La mujer que se pretendía casar debía aportar una dote o patrimonio al nuevo hogar, que era administrada por el marido, aunque no se podía gastar sin el consentimiento de la esposa. Cuando la dote tenía cierta importancia era normal hacer entre las familias un contrato previo al matrimonio, para poder recuperarla en caso de viudedad sin hijos o por nuevo matrimonio del marido.


Boda de Mesa y Luisa de Casín

La mujer también aportaba el ajuar, que consistía en el conjunto de ropas, muebles, cubertería, etc., con el que se nutrían para empezar a vestir el nuevo hogar. Las familias con recursos económicos encargaban también para sus hijas mantelerías, sábanas, toallas y camisones, todo ello bordado y con encajes, que se exponían en la casa de la novia junto con los regalos y el vestido de boda.


Boda de Amelia y Delfín. Los Padrinos Manolo de Alguerdo
y Celia de Chiquito

Durante los tres domingos anteriores a la boda se daban las proclamas o amonestaciones, que era un requisito de la Iglesia para celebrar el matrimonio, y saber si alguno de los futuros contrayentes ya estaba casado, en las que el cura durante la misa decía el nombre y el pueblo de los novios que pretendían casarse.


Juventud de Moal durante el banquete de boda

Las invitaciones de boda llegaron a Moal en 1969, año en el que hubo varios enlaces. Con anterioridad a esa fecha sólo hacían invitaciones las clases acomodadas, por lo que se invitaba de viva voz.


Boda de Isabel y Emilio. Los padrinos Fernando y Luisa

La ceremonia religiosa solía tener lugar a las doce y las novias de Moal se tenían que desplazar a Vega de Rengos, donde se encuentra la parroquia. Antes o después de la boda, según épocas, seguía la formalización del matrimonio civil en el juzgado de Cangas del Narcea.


Camareros improvisados de boda en Moal

La comida se celebraba en casa de la novia o en el local del pueblo que mejores condiciones reuniese. Una vez acondicionado el espacio, se ultimaban los preparativos: se buscaba a la cocinera, se miraba quién podía hacer de camarero, se contrataba la música, etc. En Moal las celebraciones en los restaurantes no llegaron hasta finales de 1960. Las bodas de los "muirazos", que en esta comarca suroccidental asturiana son los varones primogénitos herederos de la hacienda familiar, se destacaban del resto de las bodas en que la comida se celebraba en casa de la novia, pero luego había también cena en la casa del novio, a la cual se tenían que desplazar los invitados, cuando éste era de otro pueblo, en caballerías y carros, hasta que a mediados de siglo llegaron los autocares.


Cocinera y camareras durante la boda de Luisa de Casín

El viaje de novios no era frecuente y los pocos que viajaban visitaban como mucho Oviedo o iban a casa de algún familiar, generalmente en Madrid. La luna de miel se empezó a generalizar en los años 70.

El traje de novia también ha sufrido transformaciones a lo largo del tiempo, especialmente en su color. La novia usaba el mejor vestido para la ocasión, que además era de uso exclusivo y único. En las primeras décadas del siglo XX era normal usar los vestidos tradicionales de la zona, predominando los de color negro. Es a partir de los años 60 cuando el color blanco adquiere el protagonismo del que ha gozado hasta nuestros días.


Boda de Nides de Pepito y Manuela

El matrimonio actualmente está teniendo una gran evolución. Los matrimonios eclesiásticos están experimentando una gran disminución, mientras aumentan las uniones civiles, bien a través del juzgado o de los ayuntamientos y especialmente las parejas de hecho. Por último decir, que en julio del 2005 se reformó el Código Civil para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo.

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