jueves, 27 de diciembre de 2007

S.A.R. el Principe de Asturias

En el mes de junio del año 2002 el Principe de Asturias, D. Felipe de Borbón realizó un acto en Tablizas de Muniellos, con motivo de la entrega a Muniellos, Redes y Somiedo del galardón que convirtió a estos Parques Naturales en Reservas Mundiales de la Biosfera.
El Principe llegó en helicóptero al prado de Casín de Panzaleichas y desde allí se trasladó en coche hasta Tablizas, donde tras el acto oficial, efectuó un pequeño recorrido por proximidades de la casa del guarda y posteriormente compartió comida con todas las personas invitadas, entre las que se encontraban numeroros vecinos de Moal, puesto que se contaba con la asistencia de dos personas por casa.
Ni que decir tiene que la visita tuvo repercusión tanto a nivel regional como nacional.

En el transcurso del acto, el Principe se dirigió a los presentes para leer un discurso en el que resaltó la belleza del entorno y la necesidad de su conservación. A continuación se reflejan sus palabras:


Muniellos símbolo del concejo y prosperidadD. FELIPE DE BORBÓN

Al venir hoy a Muniellos y apreciar su belleza natural y la armonía que reina a su alrededor, al escuchar todo lo que se ha dicho en este importante acto, no me resisto a decir y admitir que la relación del hombre con la naturaleza ha mejorado sensiblemente en tiempos recientes. Y debemos felicitarnos de que España, Asturias y todos los municipios del entorno de los tres parques tengan una participación importante en este proceso. En ocasiones, como la que hoy nos reúne, debemos, sin embargo, seguir insistiendo en que la preocupación por la conservación y la utilización adecua­da de los recursos naturales es una cuestión de interés preferente y una responsabilidad colectiva que todos hemos de asumir con convicción y no esporádica o superficialmente.

El cuidado del patrimonio natural es signo de civilización. Como bien saben quienes me escuchan, nuestra relación óptima con la naturaleza no consiste en esquilmarla, sino en saber aprovecharla, en actuar sobre ella incluso con gratitud, como se hacía en casi todas las culturas ancestrales, porque la naturaleza sostiene nuestras vidas. El ingenio humano se ha ido procurando, a lo largo de los siglos, los medios y técnicas necesarios para conseguir una explotación de la tierra racional, y por lo mismo más rentable, pero que necesariamente debe ser sostenible. Precisamente, porque es una actividad inteligente la conservación de la biosfera debe realizarse por el hombre y con el hombre. Los espacios protegidos no son museos muertos, imágenes congeladas para el disfrute de unos pocos, sino células vivas, promesas de desarrollo y de una mayor calidad existencial de sus habitantes. Así lo entendió la UNESCO cuando al crear en 1971 el programa «Hombre y Biosfera» tuvo el acierto de incluir la participación de las poblaciones humanas residentes en las áreas directamente afectadas en sus programas y proyectos de conservación.

En ese marco nacieron las reservas de la Biosfera y la idea de agruparlas en una red mundial.

España, desde el primer momento, se integró en ese programa y ha realizado importantes aportaciones del mismo. Por ejemplo, fue en Sevilla donde se establecieron, en 1995, las diez directrices en que actualmente se basa. Cinco años después, ratificó en Pamplona esta apuesta, que se complementa con la coordinación de la red Ibero-MAB. Hoy nuestro país cuenta con veinte de las más de cuatrocientas reservas que integran la red mundial.

Hace apenas ocho meses, el 26 de octubre pasado, entregábamos en Oviedo el premio «Príncipe de Asturias» de la Concordia 2001 a la Red Mundial de Reservas de la Biosfera de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Un galardón que reconoce méritos que hoy también son vuestros y en el que os acompañan miles de anónimos ciudadanos del mundo, que participan de este mismo afán.

Me alegro de venir hoy a entregaros personalmente, en este privilegiado entorno forestal, las certificaciones de que tres lugares de nuestra Asturias humana y natural, la reserva natural integrada de Muniellos y los parques naturales de Somiedo y Redes, se han incorporado a la Red Mundial auspiciada por la UNESCO. Lo considero un verdadero honor y me emociona tener la oportunidad de com­partir con vosotros este éxito y esta apuesta sólida por la conservación y el desarrollo sostenible, y os felicito muy cordialmente por haber alcanza­do, por vuestros méritos, esta alta distinción universal. Asturias, aun­que incorporada recientemente a la red, ha entrado en ella con fuerza y firmeza. A finales del año 2000 Muniellos y Somiedo pusieron a nuestra tierra en el mapa mundial de la conservación y el pasado 2001 se reafirmó este impulso con la incorporación de Redes.

Estos tres hitos no son un hecho casual. Durante miles de años la presencia humana en el solar de nuestro Principado ha sabido modelar su territorio, explotando de manera ordenada y sostenible sus recursos naturales, de modo que Asturias constituye lo que tan acertadamente ha definido su eslogan de paraíso natural. Vuestra firme voluntad, el concienzudo trabajo de los equipos que confeccionaron las candidaturas y la promoción decidida y la presentación de las mismas por el Gobierno regional hicieron el resto. Por tanto, vuestro orgullo, que lo es también de todos los asturianos, está más que justificado. Muniellos, que alberga en su seno el primitivo bosque astur y es el símbolo de toda una comarca que se esfuerza en lograr un próspero futuro para sus habitantes; Somiedo, donde la voluntad de los somedanos ha rescatado del olvido a uno de los más ocultos concejos asturianos y que cuenta con una ya larga trayectoria de gestión ambiental como par­que natural; y Redes, la más joven de las reservas españolas, ejemplo de la milenaria solidaridad astur, pues de sus añosos bosques y elevadas montañas fluye el agua que apaga la sed de cientos de miles de asturianos, son símbolos de un compromiso que, gracias a vosotros, crece cada día. El del mantenimiento de nuestro entorno y de nuestras tradiciones en pleno siglo XXI, y conforme a las circunstancias y exigencias de este tiempo: como estímulos de una convivencia mejor, de un progreso continuo y sostenido y de un futuro más amplio. Hoy Asturias se mira en vosotros. Estoy seguro de que le corres­ponderéis manteniendo y acrecentando con tesón y con orgullo el espíritu con el que habéis logrado un reconocimiento que todos festejamos y compartimos.

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